sábado, 19 de noviembre de 2011

Apuntes desde Coyoacán


Hace semana y media aterricé en México. 9 de noviembre. De noche, penetrando esta enorme ciudad. Como me dijo Mazo, "welcome to Mordor..."

Y han pasado muchas cosas y no sé por dónde empezar. Pero lo que sí me gusta es que, a pesar de estar tan familiarizado con los espacios de esta ciudad, siempre veo detallitos.

Tomo todos los días el metro Coyoacán. Coyoacán significa Lugar de los dueños de coyotes. Tomo la calle Bruno Traven hasta llegar a Río Churubusco. Ahí cruzo en la VolksWagen y tomo Avenida de Mayorazgo. Pero antes paso por la calle Golondrinas. No sólo me gusta el nombre, me gusta mucho también que la calle es limpia, de un barrio bonito y están cayendo hojas siempre. Es otoño.

Me gusta el metro. Siempre me gustó. Me recibió con un apretujón del carajo: no cabía un alfiler en el vagón y en la siguiente estación, un bólido de gente empujó como jugadores de rugby e increíblemente lograron hacer espacio y lograron entrar. Los que ya estábamos adentro nos comprimimos aún más, nalga con nalga. Ni modo.

Ese día me costó salir del vagón en mi parada. Ya aprendí que tengo que acercarme a la puerta desde la parada anterior. Y junto a Chicha llegamos a dos conclusiones. Existen dos grandes mentiras que siempre dicen los mexicanos: "esta salsa no pica" y "eso queda ahí". Hace tres días quería agarrar (ya me dijeron que no dijera aquí "coger") un pesero y los chilangos me enviaron para todo lado, para todas las filas, para todos los camiones. Aprendí también que sólo hay que preguntarle a los choferes.

Extrañamente esta vez, contrario a las veces anteriores, el pasar al frente del kinder al que iba cuando era casi un bebé no me provocó gran cosa... simplemente seguí directo. Supongo que es porque la vez pasada que fui no me dejaron pasar a ver mi kinder "por razones de seguridad".

Y bueno... a lo que vine: a estudiar. He llegado tarde ya dos veces. Esta ciudad es enorme y no puedo calcular bien los tiempos. Pero mis profes son buenos y eso es bueno. Interesados en lo que hacen... bueno, excepto una que parece salida de escuela primaria que apunta hasta los bostezos en la pizarra. Y Beatriz, la profe más paciente, es pausada y atenta. Es famosa en México pero no tiene aires de grandeza y escuchó con atención mi pitch y me hizo darme cuenta que me hace falta mucho, muchísimo por aprender y por mejorar. Y mañana llamo al exdirector del CCC para empezar a hacer el trabajo de relaciones públicas, que también a eso vine.

Ví al Mazo, ví a mi July, a Beto, a mi nana que me cuidó cuando era un bebé y a toda su familia. Ha sido un viaje de reencuentros. Bonito y tranquilo.

Cerca del metro San Cosme es donde viviré un año junto a Lauri, una salvadoreña, y junto a un canadiense que aún no conozco. El departamento es en un segundo piso con una sala bien iluminada y llena de ventanales (eso me gusta), en un barrio popular (eso también me gusta) y mi futuro cuarto es mediano, con una ventana donde entra la luz que da al escritorio. Apenas para escribir. Escribir, escribir, escribir.

Por el momento disfruto de la ciudad del coyote: tengo a 5 cuadras la Cineteca Nacional con todas las películas independientes que quiera a sólo 25 pesos. Hoy fui por primera vez y ví una peli que me dejó mareado. Espero que la siguiente sea distinta.

Fin. Me voy a ver otra peli.

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