domingo, 21 de marzo de 2010
ayer seguí aprendiendo...
A veces aprendo de lo que nunca pensé que o de quien pudiera aprender.
Nazareth, una niña que juega de grande, que siento que quiere aparentar mucho ayer me enseñó algo. Dice que un día decidió que nada más se iba a rodear de gente que la iba a ser crecer y sacudirse de tanta que lo que hace es atarte a cosas, atrasarte, no dejarte crecer o despegar.
Creo que es una excelente idea. Incluso me dijo que había quitado de su teléfono los números de gente que nada que ver. Creo que voy a hacer lo mismo.
También en el concierto del FIA, aprendí que el tango y el flamenco se pueden combinar. Y que el resultado de la mezcla es bella... hermosa.
Ayer volví a confirmar -valga la redundancia- que Arellys se ve tan pero tan linda cuando habla explicando algo, con esa vocesita dulce que tiene y la expresión en la cara. El tono explicativo que usa es simplemente delicioso.
También, hablando con Bren, aprendí que no sólo las mujeres juegan este juego de no querer solarlo a uno aunque una relación ya haya terminado. Eso de lanzar palabras o usar expresiones ambiguas para que uno pueda creer que aún hay algo y uno se hace bolas en la cabeza tratando de decifrar. A ella también se lo hizo un mae. No es monopolio de las mujeres.
Y ayer, en el concierto del FIA, la luna estaba amarilla. Naza me preguntó por qué eso pasaba. Yo no supe y ahora voy a averiguarlo. En unos minutos sabré por qué la luna se pone amarilla.
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