lunes, 22 de julio de 2013
una boda en el guapinol
hace dos días te casaste, hermano.
fue hermoso.
lo hiciste hermoso. vos y tu esposa:
un árbol, pasto y mucho sol. y los dos vestidos como muñeco de queque
y al verte ahí, tan contento y tan sereno, me dí cuenta de que te casabas. no había caído en cuenta.
te me casaste. en un momento diste el paso.
y yo lloré. y javier lloró, como no lo hacía desde aquella vez que me fui a rolar mundo por europa. cuando apenas tenía 11 años. volvió a llorar. y eso es mucho. mucho, mucho.
y al ver ese momento hermoso, ese momento de magia,
que vos construiste, que vos decidiste,
pues decido yo también lo mío:
tomarme de la mano, pasear de nuevo por el campo, sonreír y mirar hacia arriba.
me sirves de nuevo, hermano,
de nuevo un ejemplo a seguir,
sólo que esta vez todo es más trascendental.
ahora es luz, es más amor, es más mar y más música.
hoy decido. de nuevo.
decido seguir, después de esta larga pausa.
decido vivir lo que ella no pudo. decido el cielo. decido comer sobre el pasto.
decido alejar lo malo, dejar la pereza, dejar las cobijas.
decido alimentar la cabeza y alimentar el espíritu.
decido dejar los miedos. no darles más de comer.
y decido crecer. un poquito cada día, o mucho.
decido sonreír, porque hay mucho por qué sonreír.
decido enamorarme de nuevo de mí mismo.
como lo hice antes. como me lo prometo ahora.
por que sé que merezco más. que merezco todo lo que sueño,
y reconozco también que tengo que abrirme más a todo eso.
y una es la solución: bajar de la cabeza al corazón.
y para parafrasearte, hermano: una buena dosis de amor.
"amor, amor, todos los días"
todos.
.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario