viernes, 25 de enero de 2013

Hoy pienso en tí, pero ya no me duele. No me duele.
Al fin!

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sábado, 19 de enero de 2013

... y estoy aquí, en mi casa, en la que fue tu casa. Y viendo las mismas paredes y caminando por el mismo pasillo que caminaste una y cien veces.

Y veo los libros que leíste. Esa National Geographic que te conmovió.
Y paso por la esquinita en la que pasaste no sé cuántas horas jugando tu videojuego. Cuando te traté de llamar la atención por jugarlo tanto, me dijiste que no era malo. Que era un juego de estrategia. ¡Y cómo costaba ganarte! Argumentar en contra tuya era empezar un partido perdiendo ocho a cero. Aunque no tuvieras razón, la tenías que tener. Un dejo de orgullo sí que tenías. Pero está bien. Hay que quererse.

Acabo de pasar por la sala que compartimos. ¡Hasta actuaste ahí para un corto mío! Lo había olvidado. ¡Lo hiciste tan mal! Pas ta faute, ami. Mal director era lo que tenías... Y lo sabés!

Y te presenté a una chica que te volvió un poquito loco. Recuerdo que me preguntaste que si tenía novio. Semanas después ya le estabas pegando los besos. ¡Galán que eras!

Y estoy aquí en la casa y tú no estás aquí. Y es normal. No te quedaste en esta esquinita mientras transcurría la vida. Como sabías bien qué era estar parqueado en un hospital, apreciabas la libertad como pocos y con mucha razón te movías de aquí pa´llá. El mundo es muy grande, ¿no, papo?
La última vez que te ví fue en México. Rodeado por gentes buenas, que te querían. Uno atrae lo que quiere. Tenía mucho sueño como para ir con vos al aeropuerto a las 4 de la madrugada. Pero los compas te queremos mucho y fuimos a despedirte. Y cuando estabas pasando migración pensé que talvez podía ser la última vez que te veía. Y así fue. Lejos de esta casa en la que vivimos juntos. Porque el mundo es grande, Gabo.

Y te digo gracias. Gracias por todo. Como lo dice cada uno de los que te han escrito en tu facebook (lo han inundado!). Gracias por vivir sin miramientos. Por pasar de los obstáculos. Por reírte tanto del problema grave como del chiste ameno.

Te diría que voy a cuidar bien del cuartito en el que viviste, pero tomando tu ejemplo quiero moverme y no quedarme en este rincón. No te lo podré cuidar. Está de más decir que lo entenderás. Es más, te valdría un culo. Y así debe ser.

Si la vida te da la espalda, tócale las nalgas. ¡Grande, Gabo!